Las posturas de poder no solo manifiestan autoridad y fortaleza a tu alrededor, más importante aún, comunican a tu cerebro y mente energía que incentiva distribuye en tu cuerpo testosterona mientras disminuye la cortisona, o hormona del estrés.
Así, las posturas de poder consisten en la capacidad que tenemos de usar nuestro cuerpo para estimular la confianza lo que conlleva a una comunicación efectiva y asertiva. Estas posturas se logra al abrir o expandir el cuerpo como lo ha sabido nuestro cerebro animal y las demás especies al estar programadas para hacerlo en situaciones que exigen tomar el control o demostrar fuerza y confianza. Inflar el pecho, expandir extremidades, erguir el cuerpo y decir aquí estoy.
Así, implementar posturas de poder en diversas situaciones de tu vida te permitirá proyectar la confianza y control que algunas situaciones lo requieren. Por ejemplo, subir los brazos con los pies bien plantados en postura de victoria puede incrementar tu animo previo a un presentación; expandir el cuerpo en tu silla o lugar de trabajo demostrará confort, control de la situación y tranquilidad; expandir pecho y hombros al hablar con colegas demostrará certeza y dominio de la situación.
Las posturas de poder serán herramientas poderosas que acompañan tu discurso. Ponerlas en practica podrá marcar la diferencia en tu día a día como lo demuestra la Doctora Amy Cuddy en su conferencia Ted (2012).
Así que ya sabes, un cambio en tu postura será un factor determinante en tu próxima entrevista de trabajo, tu presentación, junta y cita en un bar.